ADOPCIÓN DE CUATRO PATAS

Por Tatik Carrión

 revista.quira@gmail.com

  

 

“Tener muchos gatos es bueno. Si te sientes mal, miras a los gatos

y te sientes mejor porque ellos saben que todo es tal como es.

No hay que ponerse nerviosos por nada. Y lo saben.

Son salvadores. Cuantos más gatos tengas, más vivirás (…)”.

 Charles Bukowski

 

Desde que vivo con mi gato Tomás Ulises, he comprendido mejor por qué el mundo es más bello con la existencia y presencia masiva de animales y plantas. Convivir con él me ha permitido ver un poco más allá de lo que veía sin él. Estar pendiente de sus cuidados, me ayuda a autocuidarme para estar mejor y para continuar cuidándolo porque uno cuida lo que ama. Esta y otras reflexiones se suceden de manera cotidiana en mi cabeza al observar el comportamiento de los otros y me lleva a pensar en la vida, su mística, el propósito de estar en el mundo y de encontrarse con seres especiales como lo son los animales; en mi caso, un gato gris con blanco que me hace reír, me enternece, me preocupa a veces, me pone a limpiar la casa sin que yo lo desee y me mira siempre con honestidad y sin juzgamientos porque eso es de los humanos, no de ellos, eso es lo más bello que no son humanos.

 

A diario veo muchos animales en la calle. Buscando comida en la basura, siendo maltratados por los humanos, soportando frío, calor, enfermedades y muchos mueren así, a la intemperie, en el abandono y la indiferencia total. Si un animal es callejero, es responsabilidad de la sociedad. En Holanda, ya no hay perros en la calle, debido a que, las leyes castigan duramente a quienes los abandonan y el gobierno destinó recursos importantes para realizar jornadas de castración, subió de gran manera el precio por la compra de animales de raza con el fin de motivar la adopción gratuita de perros de raza criolla, haciendo también jornadas reflexivas sobre la tenencia responsable de mascotas. Teniendo en cuenta la condición económica de las familias, el gobierno llevó a cabo un plan de adopción exitoso porque fue así como el 90% de los ciudadanos holandeses, adoptaron perros, sin necesidad de matarlos, ni de ponerlos en albergues sino de brindarles un hogar humano.

 

No sé a cuánto estemos de lograr esto en Colombia, sé que existen organizaciones que se dedicar a rescatar gatos y perros y buscarles hogar… un oficio que no es del todo fácil, ya lo he venido haciendo y es muy duro porque aparte de convencer a las personas de hacerlo (que es la parte más complicada), debes también, motivarlos dándoles algunas ayudas, puede ser con comida o con las cosas que el animal va a necesitar, por ejemplo, una cama, una cobija, un juguete y cuando se logra, hay que hacer seguimiento de cómo van las cosas, pues no se trata sólo de entregar un animal, se trata de una vida, de un ser vivo que necesita ayuda como también las personas que los reciben porque muchas veces no saben cómo hacer algunas cosas, no tienen experiencia. Algunas veces, las personas no pueden con el nuevo miembro y simplemente, lo regalan o lo abandonan y luego mienten sobre lo que en verdad sucedió, esa parte es la más triste y miserable de los procesos de adopción. Otras personas, simplemente no lo intentan y critican que uno dedique parte de su tiempo en ayudar a los animales y la verdad no entiendo esa falta de amor y solidaridad.

 

Me parece importante reflexionar sobre nuestro papel en el mundo en el cuidado de los animales y lo bueno es que no soy la única que genera acciones al respecto, quiero decir, sin necesidad de ser una organización. Hace dos semanas me enteré que la escritora Andrea Echeverri con quien tuve alguna vez la oportunidad de compartir una lectura de cuentos, fundó junto con su esposo un café llamado Gatos y Blues, donde los gatos pueden estar presentes en todos los espacios físicos del café para compartir con quienes lo visitan y pueden ser adoptados (todavía no he tenido el placer de conocer tan maravilloso espacio). Desde hace años, sé que el editor y escritor Enrique Lara, alimenta a los gatos callejeros de su barrio todos los días y han llego a ser más de diez; también les comparto el caso de mi amiga Paola Gómez quien no vive en Colombia hace más de diez años, ella recoge perros callejeros, los baña, los alimenta y les busca a través de sus contactos por sus viajes por el mundo,  un hogar bonito, también tengo un amigo llamado César que convence a las personas que tienen aves de liberarlas, porque la jaula no es un hogar para ellas, y, sin ir más lejos, en la esquina de mi casa vive una familia que, aunque no lo haya decidido, viven con dos gatos que se resguardan de la lluvia y del frío en la construcción que tienen en obra gris en sus predios. Sol le puse al bebé de cuatro meses y Valentía a la madre, quien, pese a que la han intentado envenenar los vecinos, ha resistido y ha salido adelante con su cría. No he podido agarrarlos, es muy difícil, porque incluso, le había conseguido hogar al pequeño… Ojalá la familia los adoptara, ¡cuánta alegría me daría! No sólo por los gatos sino por ellos, porque los animales hacen a la gente mejor.

 

Sigo pensando que no hay nada de malo con ayudar a alimentar o a buscar un hogar a un amigo que lo necesite. Si yo puedo, los demás pueden. Piensen en Andrea, Enrique, César y Paola, y tantas, tantísimas personas que se esfuerzan un poco más y logran cosas maravillosas con estos seres y bueno, si no pueden ser facilitadores, y no tienen un amigo en casa, un amigo tranquilo, amoroso, fresco y tierno, adopten un gato o un perro, es maravilloso porque el mundo no sólo es para el disfrute de los seres humanos también para la alegría y bienestar de los animales.

 


Enlaces de interés para quienes deseen informarse sobre el caso de los perros callejeros en Holanda, o deseen consultar páginas de adopción de amigos de cuatro patas en Bogotá.



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