La belleza como sendero de vida

Por Ana Mercedes Abreo Ortiz

Marzo, 2023

 

 

El sentido estético usualmente está referido a esa capacidad que tenemos los seres humanos de percibir la belleza con todos los órganos de los sentidos, aquellos que nos dan la posibilidad de degustar y saborear la armonía a través del olfato, la vista, el tacto, el gusto, del oído, de la imaginación y de todas las facultades humanas que permiten el sentir, que nos conceden el contacto con la armonía de lo bello.

 

Es bien sabido que la belleza no es inherente a algo en sí mismo, sino a una capacidad de percibirlo, por lo que lo bello es de carácter subjetivo, lo que es agradable para una persona no lo es para otra; sin embargo, más allá de las normas culturalmente establecidas y de las formas estéticamente admitidas, ninguna persona en condición de equilibrio mental, físico y emocional podría negar la belleza de un jardín de flores, de una cascada, de un amanecer, de una noche estrellada, de un arcoíris, de la Luna Llena… Admirar la belleza es establecer una conexión sensible entre lo interno y lo externo, entre el mundo interior y el equilibrio azaroso del entorno.  

 

 

Por ende, la belleza es consecuencia de una actitud ante la vida, una manera de contemplarse a sí mismo y a los otros desde la cual se alimenta nuestro espíritu, porque la belleza actúa como terapia, es riqueza para el alma. Por ejemplo, es muy diferente la energía que circula en un lugar sucio, desordenado, a la que circula en uno limpio y organizado en el que impera la armonía, no importa qué tan sencillo o humilde sea el lugar, el que esté limpio y organizado le da una condición incluso de elegancia.  El ánimo, las vibraciones, la belleza natural es fundamental en el proceso de crecimiento personal, lo cual puede observarse claramente cuando una persona está en crisis, o en depresión, angustia o ansiedad; el reflejo sobre el entorno es de caos, pues así como es en el exterior es al interior y viceversa. 

 

Por eso es importante a nivel psíquico, no privarse del amanecer, del inicio de la noche, del perfume de una flor, eso otorga belleza a la vida. Llenar la casa de arte, de plantas bien cuidadas, de detalles armónicos con impacto estético, eso genera una sensación tranquilizadora. 

 

El sentido estético también es importante porque la vida es una secuencia de reminiscencias, vivir es fabricar buenos recuerdos, hermosos amaneceres, tanto en sentido real como simbólico; no hace falta tener mucho dinero para llenar nuestra vida de belleza, solo hace falta estar atentos a los detalles, a las actitudes, a los hábitos, a rutinas saludables, todo ello conectado con principios y valores elevados, realizados desde una modalidad perceptiva y en una actitud de ir agradecidos ante la vida, de valorar por estar vivos, por cada amanecer, por la luz del sol, por la lluvia, porque todo genera equilibrio en la naturaleza y no vale la pena aceptar en nuestra vida menos que cosas hermosas, en la que aún el conflicto puede ser redefinido en el marco de este contexto. 

 

 

Que la actitud ante la vida también sea la de dar, la de impartir cosas bellas, dándonos cuenta que la vida es hermosa, que no hace falta tener mucho dinero para disfrutarla, porque la libertad, el amor, la felicidad, la sensibilidad son la principal abundancia. Con esa actitud ante la vida, por donde quiera que estemos encontraremos un texto de donde aprender  y todo ello plasmado en un cuerpo saludable, libre de químicos y fármacos, convirtiéndonos en artistas, escultores de nuestra propia vida, haciendo de ella una verdadera obra de arte, capaz de ser admirada por todos los que tienen la fortuna de conocernos.

 

La belleza ha de permear nuestra vida en diferentes niveles. En primer lugar está la estética del cuerpo, lo cual nada tiene que ver con perfumes costosos, maquillaje, ropa y zapatos de moda; mucho menos con cirugías plásticas, consumo de dietas, suplementos nutricionales, ejercicios que deforman y laceran el cuerpo con el supuesto beneficio de “estar en forma”. Cada cuerpo está diseñado para permitirnos cumplir nuestra Misión; está hecho por la naturaleza con sabiduría y equipado para ser su propio laboratorio químico y alquímico, por lo tanto, lo único que tenemos que hacer es aceptarlo, escucharlo, conocerlo, cuidarlo y respetarlo. 

 

El segundo aspecto a tener en cuenta a nivel estético, es la belleza del hogar, ese espacio que podemos identificar como nuestra segunda piel. En el mundo convencional, la estética de los hogares está pensada en función de la máquinas y de artificios de moda, más que desde la comodidad de los humano; por eso, muchos hogares terminan siendo copias de los dictámenes estético-comerciales impuestos por la sociedad del momento, en el que sus habitantes terminan por invertir gran tiempo de su vida para equipar y decorar su casa, incluso con muchas cosas que no necesitan, que le roban espacio y vitalidad. Por el contrario, sería hermoso que el hogar pueda ser aquel espacio sagrado en el que habitan nuestros cuerpos, no solo el físico, si no también aquellos que no vemos. 

 

 

Un tercer nivel estético y muy importante, son las relaciones interpersonales. Es vital rodearse de gente hermosa, llena de belleza interior, mantener tratos auténticos y sinceros, inocentes, tejidos desde la armonía y la fortaleza del vínculo, de tal manera que sirvan incluso para soportar cualquier impasse que la vida nos presenta como parte del andar evolutivo; personas que nos ayuden a comprender el tejido de la existencia con sus enredos y nudos, actuando desde la transparencia, la verdad y la honestidad, libre de apariencias y falsos discursos.

 

Por último, nos encontramos con un nivel, más exterior, el lugar geográfico en el que habitamos, el campo o la ciudad. Actualmente, las sociedades se caracterizan por habitar megaciudades en las cuales todo parece estar en función de los artefactos; ciudades pobladas de objetos, calles asfaltadas, reduciendo incluso cada vez más el espacio para los humanos; pareciera que fuera suficiente que sus habitantes ocupen tan solo unos de los pocos metros cuadrados disponibles en torres de apartamentos, con calles saturadas de autos y comercios, aspirando aire contaminado; esto es, un espacio geográfico con una estética arquitectónica cada vez más moderna, metálica y artificial, una herida a la Madre Tierra. Lo anterior en contraposición a la estética del verde del campo, del azul del cielo y de la diversidad de colores que proveen los ecosistemas naturales; el campo, ese mágico lugar donde habita la vida encarnada en multiplicidad de especies como luciérnagas, mariposas, grillos, ranas y toda diversidad del mundo animal y vegetal de la cual el hombre hace parte. 

 

Teniendo en cuenta todos estos aspectos, conectándolos de manera consciente y actuando en coherencia con ellos un poco cada día en nuestra vida, podremos llegar a disfrutar de ese sentido que con tanta frecuencia creemos que compete exclusivamente al mundo de los artistas, sin llegar a reconocer que justamente en cada uno de nosotros está el mejor de los artistas: el artesano de su propia vida, aquel que es capaz de esculpir su propia escultura, convirtiéndose para sí mismo y para los otros, como un hermoso reflejo de la Vida. 

 

 

Comentarios: 3
  • #3

    Marcela Torres (domingo, 26 marzo 2023 19:04)

    Que manera tan hermosa de hablar de lo mágico que es el estar vivo y de lo poco pero absolutamente hermoso y simple es lo que se necesita para " ser felices".

  • #2

    Gilberto (domingo, 26 marzo 2023 17:04)

    Eso es la

  • #1

    Luz (martes, 14 marzo 2023 07:03)

    1


 

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