Betsimar Sepúlveda
Junio, 2018
Poeta, cronista y fotógrafa. Venezolana residente en Cali-Colombia desde 2007. Tiene en su haber cuatro libros publicados, parte de su obra también aparece en antologías publicadas en Colombia, Perú y España. Ha sido parcialmente traducida al inglés, portugués, italiano y árabe. Su trabajo tiene énfasis en la reconstrucción de la memoria colectiva a partir de la imagen y las escrituras creativas como la crónica y la poesía.
Coordinadora de los programas de promoción de lectura y creación literaria con énfasis en la reconstrucción de la mmoria colectiva y el patrimonio inmaterial en espacios académicos y no convencionales. Dirige los talleres de escritura y apreciación poética de Comfandi y Promédicos. Coordina el espacio Poesía en la esquina en el teatro Esquina Latina de Cali.
MÚSICA Y POESÍA - CONVERSACIÓN CON BETSIMAR SEPÚLVEDA
Por Tatik Carrión
Junio, 2018
Betsimar, gracias por este encuentro tan especial en donde la palabra y la amistad se funden para compartir a dos voces, parte de tu vida y tu trabajo. Empecemos…
Eugenio Montejo, tu paisano, escribió: “La poesía cruza la tierra sola”. Cuéntanos cómo es la travesía o aventura para llegar de Venezuela a Colombia. ¿Cuánto llevas aquí? ¿Estás “amañada”?
Las fronteras son las cicatrices que van dejando las guerras, decía el poeta Yevtushenko y así lo creo. La poesía es un pájaro de alto vuelo y desde arriba no se ven las fronteras. Quizás ha sido por esto que el desarraigo no ha sido herida profunda. Salí hace diez años de Venezuela, porque fui considerada una contra revolucionaria o apátrida por quien fuera mi jefe en la Dirección de Cultura del Estado Táchira y eso me impedía la posibilidad de tener acceso a un trabajo. Los poetas, orgánicamente nos debemos a la creación, a la otredad ya sea en el dolor, en la belleza o en el horror. No está el poeta para servirle al sistema o las formas de gobierno, sobre todo, a quienes son los responsables de la censura, la opresión, el hambre y la muerte de un país entero.
Colombia es ahora mi casa, mi hogar, mi pan, mis hijos y mi palabra.
¿Cómo ha incidido la cultura colombiana en tu creación artística?
Uno es lo que vive. Cada gesto, cada rostro, cada paisaje y cada palabra que he aprendido, sentido y vivido son parte de lo que soy. La fotografía y la poesía están hechas a partir de mi íntima relación con mi realidad. Colombia es la depositaria de mi amor por este oficio.
Escribir crónica y escribir poesía, me parece difícil porque tienen lenguajes y estructuras diferentes; sin embargo, la imagen es el puente entre todos los tipos de textos. ¿Cómo llegaste a la fotografía? Háblanos sobre tus crónicas.
La fotografía es un estado poético. Cuando descubrí que detrás del lente podía entrar a la dimensión del lenguaje visual, de poder detener un instante fugaz y narrar a través de éste, entendí que la poesía está en todas partes y en todas las formas, sólo hay que abrir los sentidos y dejar que ella te traspase, como relámpago o como agua.
La crónica es otra forma de narrar. Me gusta abordar lo humano. Contar las historias de gente que nadie conoce pero que sus vidas son inmensas por sus luchas, su trajinar entre experiencias que nos dejen las emociones afinadas. El ego, el individualismo, el no mirar más allá del perfil del Facebook nos ha convertido en pequeñísimas islas, indiferentes ante las infinitas posibilidades de asombrarnos ante lo terrible y lo bello. Cuando contamos historias de otras personas, estamos siendo de alguna manera, en los otros también.
Ya que mencionas las redes sociales, detengámonos allí. ¿Qué opinas de las redes sociales en relación a la difusión y promoción de la literatura?
Es una plataforma en la que podemos seducir a quienes no tienen el gusto por la lectura, o quienes están empezando a leer. A diferencia de algunas opiniones, yo sí creo que los jóvenes están leyendo mucho más que antes.
A la edad de 13 años yo no había leído lo que ahora veo en los muchachos y además me da tanto gusto verlos discutiendo sobre obras, personajes...y hasta hacen memes de lo que leen, que es una forma de caricatura. Digo esto, porque son nuevas formas del lenguaje como respuesta a las dinámicas propias.
Las redes sociales deberían ser una vía más para promocionar la lectura y la escritura por parte de los docentes, hay que sumar.
La autopromoción y autopublicación son facilitadas en gran parte por las redes sociales ¿qué opinas de dichas publicaciones?
Las redes dan para todo. El sentido crítico de cada lector sabrá que desechar y que valorar. La buena literatura trasciende y se queda con nosotros, independientemente del medio.
¿A qué le llamas “buena literatura”?
No creo en la mala literatura. Todo aquello que no guarda esos elementos de los que habló Santo Tomás en su teoría de la belleza y todo aquello que no produce en el lector conmoción capaz de transformarlo en lo humanista, entonces no es literatura.
A todas estas, ¿cuál fue la obra literaria que te conmovió y te motivó a escribir? ¿Cómo fueron esos primeros textos?
En mi casa nadie leía, no existió nunca una biblioteca, el periódico era un objeto intocable y reservado sólo para mi padre y para las jaulas de los pájaros, así que mis primeras lecturas eran los libros que le mandaban a leer a mi hermana mayor en el Liceo: Juan Rulfo, el Gabo, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri…amaba esos textos.
La pulsión por la escritura creo que nació de mi asombro por el bolero, por las historias de amores imposibles que escuchaba en la cocina, por las tormentas que me cautivaban desde niña, por la oscuridad en la que lejos de temerle, la hacía escenario de mis realidades imaginadas.
¿Cuál es tu bolero preferido?
Nuestro juramento.
La capacidad de asombro, dicen, es de las mejores capacidades de los seres vivos. ¿Qué te asombra? ¿Cuáles han sido los descubrimientos más bellos en tu vida?
Que nunca podremos vencer a la muerte y sin embargo persistimos en vivir y amar.
Betsimar, tienes tres hijos y estás casada. Escribes, tomas fotografías, das talleres de creación, realizas lecturas en voz alta, viajas… ¿cómo se integra todo?
Rubén Blades dice que con amor y disciplina todo se puede. Disciplina para que la ética y el respeto por todo lo que hagamos nos de la templanza y el carácter. Amor, para que el placer sea siempre el camino y el fin de todo cuanto hagamos.
Por último, Betsimar, me permitiré compartir con los lectores, el hermoso poema que le dedicaste a tu padre y el link de tu página web.
Puedo decir, quiero decir
que mi padre fue un hombre iluminado.
Solía sentarse cada semana santa junto a la radio
y con los ojos cerrados seguía en voz no tan alta
el sermón de las siete palabras
nada parecía inmutarlo.
Ordenaba con estricta mística
cada fruta del mesón según maduraban
como cada extraño objeto de su habitación
a la que nadie entraba.
Mi padre, el que nunca levantó ni la mano, ni la voz
del que no conocí ni el insulto ni la caricia.
Mi padre, con la paz que el sol derrama sobre la tapia
le hizo morada a la muerte
brindó con abundancia, secos tragos de ron
por cada escalón de su agonía
y cuando vio encenderse la lengua de fuego sobre su cabeza
ajustó por última vez su reloj.
Mi padre fue un iluminado, por eso
tuvimos que velarlo en dos salones,
fue hermoso verlas con sus rostros tristes
ahogando el suspiro por aquel hombre que las amó.
Puedo decir, quiero decir
que más amó a mi madre
pues entregó su cuerpo a las flores un segundo domingo de mayo
y le dejó sobre la tierra removida
la ternura de su silencio.
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