Incremento de la población en Colombia

 

Por Lilia Gutiérrez Riveros

Julio, 2024

 

Al culminar el 2022, nuestro país tenía una población de 51.609.000 personas. Esto significa un incremento de 560.000 habitantes más que en el 2021, cuya cifra era de 51.049.000 personas.

 

Colombia ocupa el puesto 29 en el ranking de 196 países de la tabla de la población mundial. De acuerdo con los datos más recientes de la ONU, el 3,79% de la población en nuestro país, son inmigrantes. El país ocupa el puesto 101 en el mundo por porcentaje de inmigración.

 

El incremento de la población está dado por el porcentaje de nacimientos y el porcentaje de fallecimientos, aunque en los últimos tiempos existen factores determinantes como el fenómeno del desplazamiento interno y la inmigración. En los primeros meses del 2024, el número de nacimientos en Colombia descendió considerablemente con respecto a los mismos meses de años anteriores.

 

¿Qué puede determinar la convivencia de las personas de manera voluntaria, sin que exista un factor externo o de beneficio material indispensable? En épocas de crisis y de desafíos en cuanto a la sostenibilidad, la unión social se convierte en un factor preponderante para los países de América Latina y el Caribe.  

 

Uno de los propósitos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), es fomentar la reflexión y el intercambio de experiencias que permitan dimensionar la desigualdad social en la región, con el fin de diseñar políticas públicas orientadas al desarrollo social inclusivo.

 

 

Distribución espacial de la población

Durante el siglo XX, Colombia experimentó una transformación decisiva de lo rural, a lo urbano. Las ciudades (1930), eran pequeñas. La urbanización empezó su desarrollo especialmente en Atlántico, Bogotá, Valle y Antioquia. Sólo en los años más recientes se observa un avance importante en la concentración de la población en la región oriental. Las capitales se convirtieron en centros de desarrollo de la actividad económica, administrativa, política, social y cultural. En la década de los sesentas sucede un incremento poblacional considerable en esos centros, especialmente en Bogotá. En el decenio de 1990 pasa de ser un país rural a convertirse en un país predominantemente urbano. 

 

Mientras que en los años sesenta el crecimiento de la población estaba determinado por el crecimiento demográfico, la industrialización, las migraciones internas, actualmente, predominan el mejoramiento en los sistemas de transporte y de comunicaciones, el desarrollo empresarial, financiero, el comercio, los supermercados y el fortalecimiento del sector público. Estas circunstancias permiten mejores oportunidades de estudio y de trabajo.

 

Actualmente, la población se concentra en la Región Andina, especialmente en la Sabana de Bogotá; el Valle de Aburrá, constituido por Medellín, Itagüí y Bello y el Valle del Cauca, formado por Cali y Palmira. En la Costa Atlántica predominantemente, la población se concentra en Cartagena, Barranquilla y Santa Marta; otros centros son Bucaramanga y Cúcuta. Gran parte de la población también se encuentra en el Eje Cafetero y en los departamentos del Huila, Nariño y Tolima.

 

Los planteamientos económicos, sugieren que lo más adecuado es la descentralización, con el fin de buscar la redistribución poblacional. Lo cierto, es que no existe un desarrollo industrial y empresarial en regiones diferentes a los principales centros comerciales y administrativos, las dependencias del gobierno están concentradas en la capital. Estas razones favorecen la concentración de la población en algunas ciudades y regiones.

 

En los años recientes se ha  registrado una nueva causa de desplazamiento, se trata de los fenómenos naturales. Los deslizamientos, desbordamiento de los ríos, los incendios, incluso, la improductividad de la tierra, provoca desplazamientos a los centros urbanos.

 

Si bien es cierto, las ciudades presentan oportunidades de crecimiento en cuanto a oportunidades de trabajo y de estudio, también presentan desventajas, en cuanto a calidad del aire, contaminación visual y del ruido. 

 

Una de las alternativas más aconsejable es la redistribución de tierras con programas que permitan el desarrollo agrícola en las distintas regiones, con el fin de equilibrar el costo de vida  y respaldar las iniciativas de trabajo. De esa manera quienes han sido desplazados por la violencia pueden retornar a su lugar de origen.

Construcción urbanística

En las últimas décadas el desarrollo de la construcción de viviendas urbanas, motiva la migración interna, además de la concentración de la propiedad de tierras y el bajo dinamismo del sector agrícola tradicional. Existe un desnivel considerable entre las ventajas sociales y económicas entre la gente que vive en el campo y la gente que vive en las ciudades.

La migración se da en personas jóvenes, la mayor parte de ellas son mujeres cabeza de familia, que buscan mejores alternativas de trabajo y de estudio para ellas y para sus hijos. Un número considerable llega cada mes a las grandes capitales.

 

Si el desarrollo de la construcción se estimula en las zonas rurales, probablemente habrá mejores oportunidades para los campesinos que quieran retornar a sus hogares.

 

Propiedad de tierras

Lejos de mejorar, la tendencia en los años recientes, se orienta a la concentración de la propiedad, a la segmentación de los predios, la reducción en cuanto a la oferta de alimentos e insumos y el aumento en las importaciones. Nuestros campesinos están expuestos a una competencia muy desigual, pues los productos importados llegan a menor precio. De acuerdo con las encuestas más recientes, la agricultura pierde espacio, en tanto que la ganadería sigue ganando terreno. En nuestro país, hay nueve millones de hectáreas propicias para la agricultura, de las cuales sólo se utilizan cinco millones. En cambio, se tienen 19 millones de hectáreas aptas para la ganadería y se están utilizando 40 millones. De esa cantidad sólo cinco millones cuentan con pastos óptimos. Sin embargo, la ganadería sigue ganando terreno.  

 

El desplazamiento forzado está estrechamente conectado con el conflicto que vive el país. La presencia de grupos al margen de la Ley provoca los desplazamientos. La tierra colombiana adquiere una valoración que va mucho más allá de la actividad agropecuaria y se ha convertido en escenario de intereses de los violentos.

 

Tanto la violencia como el desplazamiento forzado, se convierten en expresiones del conflicto por la propiedad y control, que se traduce en el antagonismo entre el latifundio ganadero, que es la empresa agroindustrial y el minifundio campesino, y en el conflicto por el dominio y control de los terrenos que se convierten en escenario fundamental, desde el punto de vista tanto político como económico.

 

Uno de los propósitos de la CEPAL, en cuanto a desarrollo sostenible teniendo en cuenta los asentamientos humanos, es el análisis y orientación en diseño de políticas públicas, que permitan diseñar actividades económicas más incluyentes. El propósito es contribuir para que el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe sea más operativo y funcional. 

 

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