Abril, mayo 2020
Johanna Marcela Rozo Enciso
Pamplona, Norte de Santander, 1985
Contadora Pública. Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana, Especialista en pedagogía de la Lengua y la Literatura y Maestra en Educación. Actualmente es docente de la Universidad de Pamplona y directora del Taller de Escritura Rayuela adscrito a la Red Relata del Ministerio de Cultura. Dirige los talleres de escritura Libertad Bajo Palabra en los centros carcelarios de Pamplona y Cúcuta.
Publicó en el 2007 el libro Al otro lado del Asfalto y en antologías como: Nómina de huesos Cúcuta 2010, La sombra y el relámpago Cúcuta 2011. Poca tinta Ciber-poesía Universidad de Caldas 2012, Las mujeres que yo amo algunas, antología de poetas colombianas Casa del poeta peruano 2012, La última página Medellín 2012, Palabras como cuerpos Bogotá 2013, Poesía Terapéutica El rayo que no cesa Bogotá 2014. Genealogía de los susurros 82 voces de poesía colombiana Medellín 2014, Polen de Luna, Barranquilla 2014. Contra el olvido y la indiferencia Relata Min-cultura 2014. Antología Vuelven los comuneros UIS (Universidad Industrial de Santander), 2015. Colaboradora por Colombia en la revista argentina LAMASMEDULA. Antología lecturas urgentes de poesía Cali- 2017. Antología Acaso alguien camine nuestros pasos Editorial Pigmalión, Cartagena 2018.
Obtuvo cuatro premios del Ministerio de Cultura y Fundalectura por la Tertulia Literaria El Túnel, en el 2004, 2005 y 2006.Trabajo publicado en el libro Bibliotecas, lectores y lecturas. Segundo puesto en la categoría de poesía en el V CONCURSO LITERARIO BONAVENTURIANO DE POESÍA Y CUENTO, convocado por BUENAVENTURA CALI. (Certamen internacional-2009). Mención de honor en el X CONCURSO LITERARIO BONAVENTURIANO DE POESÍA Y CUENTO, convocado por BUENAVENTURA CALI. (Certamen internacional-2014). Mención de honor en el Concurso de Poesía y Cuento Relata 2014. Ganó en el 2010 el premio de Tertulias del Bicentenario la embajada de España con el proyecto Rayuela. Evaluadora del Concurso de cuento RCN en el 2015.
AUTOBIOGRAFÍA
Voy por el mundo sin ser una crisálida
camino con esfuerzo
porque no tengo raíces para cimentarme en la tierra.
La herencia de mis abuelos solo tiene recuerdos
en blanco y negro, pero no me pertenecen.
Vengo de todas partes, de la bota, del rancho,
del río, del pez, del vientre, de ti, siempre de ti.
Intento desembocar en la palabra,
única creación que me hace volver a mi forma humana
para alejarme de la felina que sigue arañando en el fondo.
DECLARACIÓN
Para mi esposo
y el hogar que construimos.
Ahora que he decidido anidar
en un cuadro de Van Gogh,
descubro que mis heridas
encerradas en sí mismas no sangran.
Ahora intuyo el instante eterno que nos une.
Una fuga del tiempo.
Un trazo leve en tu sonrisa.
Una estocada ligera a través del pecho.
Ahora justo cuando miro tus ojos,
Confieso: de que está hecho mi corazón;
modelo experimental del tuyo.
DE LAS FORMAS DE LA MUERTE
Uno
(aunque hablar de uno suene extraño)
debería nacer muerto
e ir naciendo a medida que se crece
en mil partos sin cesárea.
Nacer con muerte de infarto
antes de los cinco años
sin saber de las arrugas del rostro
y de las canas dispersas en el cráneo.
Uno
debería ir aprendiendo de la parca que te mira
para sostenerse del latido
y a los diez años
irse reponiendo del cáncer en el alma
cicatrizar sin la menor intención
las heridas del amor a los veinte
para que a los treinta
el beso haga menos daño.
Uno
debería estar enfermo de deseo en los sesenta
para morir de vida
y también de amor, única forma digna de entrar al sepulcro.
ESTIRPES
Somos (lo he dicho muchas veces)
un amasijo de pesadumbres
traídas de nuestras estirpes
puedo sentir a veces la inquietud de mi abuelo
caminado lejos de la tierra labrada,
la muerte en el lodo del tío mayor,
huyendo de la caída que lo alcanzó
la incertidumbre post-morten
de la abuela por sus hijos ahora huérfanos.
Me aqueja el frío
y la vejez de mis manos empieza a notarse
tengo marcas de guerra
sin haber ido un día al reclutamiento
siento el desarraigo
y no he pasado una noche fuera de casa
y entiendo entonces que
la desesperación se hereda con la luz del nacimiento.
DOS
Esa otra
la voluble, la celosa, la inestable
la que se divide en dos y no lo sabes
te mira al otro lado del río.
Esa te dice a los ojos
de las muchas formas que aprendió a engañar
se muestra frágil pero no lo es
en su corazón hace mucho se instaló la ausencia.
El calor que la recorre es una mentira
aprendida de imitar las muecas de las enfermas de amor
el vibrar de sus labios también es falsa
y lo entenderás cuando la leche de sus senos te sepa agria.
PUEDO MORIR TODOS LOS DÍAS
Insisto en escribir para no morir de soledad
Veo como soy una unidad indivisible con la palabra
La misma que me ahoga, que me incita a la tristeza
que me alcahuetea el hastío.
Tengo el infortunio de creer en cada letra que pronuncio
y me ahogo en las noches con los silencios que dejo morir en mí.
No apelo a nada ni a la entereza de espíritu ni a la justicia divina.
Caigo sin tormentos en lo único que sé de memoria:
todo es palabra o sed.
VERDUGO
Un día encontrarán
mi cuerpo tendido
en cualquier calle
de la ciudad,
sobre el espeso y tibio
charco de sangre.
Alguien preguntará
quien fue mi asesino.
Pero nadie buscará
la infortunada respuesta.
SALDO INSUFICIENTE
Si me dejara el banco
una moneda
para comprarte un baobab
en el mercado;
y una colección
de libros de poemas
en promoción.
Si me dejara treinta centavos
en la cuenta
le daría de comer
a las tres palomas
que aún duermen
en el parque.
Si acertara la tarjeta
a mi favor
te llevaría a la feria
a comprar conejos blancos
y te pondría algodón de
azúcar en los labios.
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