Un espacio con aroma a cultura

Por John J Ruiz Martínez

Mayo, 2024

«Nada despierta la reminiscencia como un aroma»

Victor Hugo

Cada vez que traspasamos el umbral de una casa, se poda el pasto, la estela de polvo que dejan las gotas de lluvia al caer, el pasar por la panadería de la cuadra y sentir el olor a mantecada, el chocolate de mama, el tamal de la abuela, el asado después de la plancha de concreto del vecino, el sancocho de leña y su ogaho con cebolla y tomate dorados el sofrito que no puede faltar en los grandes patios, los patios donde se producían juegos, el columpio, el lazo, las escondidas, donde jugábamos con las blancas sabanas colgadas en el tendedero, “Cuidado con tocarme las sábanas que recién las lave” indicaba Mamá mientras el viento las ondeaba como banderas y nos dejaba el aroma a jabón al pasar, percibimos sensaciones que nos devuelve a la vida evocamos el recuerdo, una alerta que nos indica que no solo de observar y tocar se puede construir memoria. Los olores.

En esos caminos de un territorio donde el “caballero de la noche”/1/ en ciertos del año nos brinda su aroma como queriendo perfumar un rio que hace un lustro nadie se imaginó su estado actual, el Fucha nombre dado ancestralmente a un rio que los lugareños denominan San Cristóbal, por un dibujo de época del santo de la localidad indica Rubén Hernández amigo he historiador del territorio, allí en el Fucha en sus riberas nace una localidad.

Cerca a la orilla a unos pocos pasos como queriendo evocar los sonidos del Rio Mississipi se escucha blues de un naciente espacio que hoy evoca olores y sonidos tan solo al cruzar su puerta, comentaba un visitante amigo de Fredy al inhalar una bocanada de aire dentro de la casa “ Huele a mis abuelos” con una sonrisa de niño, siguieron la visita, en cada sala un tema de conversación diferente, la casa a puerta cerrada con melodías sonoras de artistas Bluseros de la ciudad encierra historias, inspira cultura y arte se lee un escrito en su pared al entrar “laboratorio de memoria y arte, San Cristóbal territorio de arcilla”.

La casa el Rubí/2/ Es una construcción con más de 140 Años restaurada para las personas que llegan a visitar la localidad de San Cristóbal en el sur oriente de Bogotá.

Convertida en un laboratorio de memoria y nodo cultural donde existen exposiciones temporales, permanentes de artistas locales, salas de memoria local, textos, fotografías comunitarias y sociales de la transformación de un territorio recopiladas por más de 25 años por sus gestores, experiencias vividos en sus calles, sus barrios y sus comunidades.

Encontraras en el Rubí la nueva sede de Las Flores de Valeria: cinco salas de exhibición para exposiciones temporales y permanentes, auditorio, sala de conciertos, sala de café experiencia y su Escuela Comunitaria de Fotografía la fotografía, la memoria y el patrimonio como en eje trasversal que dejo de ser un taller para convertirse en un ingrediente más del componente artístico y cultural de varios colegios. Intentando ser una resistencia cultural en el sur oriente Bogotano donde el vecindazgo y la mutualidad sea la mejor puesta en escena.

Huele a antiguo, huele a mis abuelos, huele a familia, huele a memoria, huele a Blues en Bogotá

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/1/ El dulce aroma de la tarde: cuidados y características del caballero de la noche .periódico el Espectador (diciembre 23)

/2/ El Rubí nombre tomado de un plano de Bogotá de 1926, es una gran casa que contaba con caballerizas, almacén de bodegaje, seccionada y vendida a través del tiempo, conservando y restaurando hoy los espacio más íntimos de su arquitectura , en sus tiempos recibía a los transeúntes que venían del centro de la ciudad por el paseo Nariño, nombre que se le daba al tramo sur después del "camino de la Sal" o "Calle Real" antiguo nombre que recibía la carrera 7ª  hacia el norte, caminantes que se dirigían seguramente como destino final a la población de Ubaque no sin antes pasar por la calle del comercio de San Cristóbal, sus fincas y alrededores.