Los Juegos del Hambre de las Olimpiadas

Un Espejo de las Desigualdades Globales

 

Por Luis Gabriel Prado

Agosto, 2024

 

En cada ciclo olímpico, el mundo se detiene para admirar las proezas atléticas de miles de competidores provenientes de todos los rincones del planeta. Las Olimpiadas, símbolo de unión y fraternidad, representan el pináculo de la competencia deportiva. Sin embargo, detrás de las ceremonias fastuosas y los espectáculos de apertura que proclaman la paz y la unidad, se oculta una realidad incómoda: las Olimpiadas son también un reflejo de las profundas desigualdades sociales y económicas que dividen a nuestro mundo.

 

En este artículo, propongo una comparación entre el mundo distópico de "Los Juegos del Hambre" y las Olimpiadas modernas, explorando cómo el medallero olímpico revela una jerarquía global similar a la de los distritos en la película. Además, analizaré cómo en un contexto de crisis mundial, este evento global contradice su mensaje de paz y unión. Finalmente, enfocaremos esta crítica en el contexto colombiano, un país cuyos deportistas, como los habitantes de los distritos más pobres, luchan por destacar en medio de la adversidad.

 

Entre "Los Juegos del Hambre" y las Olimpiadas

 

En la famosa saga de Suzanne Collins, "Los Juegos del Hambre", el mundo está dividido en distritos con diferentes niveles de riqueza y poder. El Capitolio, con sus recursos abundantes y su lujo ostentoso, organiza un evento brutal en el que los jóvenes de los distritos más pobres luchan entre sí por sobrevivir, mientras que los habitantes más privilegiados observan cómodamente. De manera inquietante, las Olimpiadas modernas, aunque sin la violencia explícita, parecen compartir una estructura similar, donde los países más ricos y poderosos dominan el medallero, mientras que los más pobres se conforman con una escasa representación y, en muchos casos, con ninguna medalla.

 

El medallero olímpico no es solo un reflejo de la preparación deportiva de un país, sino también de su capacidad económica y política para invertir en infraestructura, entrenamiento y desarrollo de talento. Al observar los primeros puestos en el medallero, es evidente que los países que encabezan las listas – Estados Unidos, China, Rusia – son aquellos que también tienen un poder económico y militar significativo. Estos países juegan el papel del "Capitolio" en nuestro mundo contemporáneo, mientras que las naciones del llamado "Tercer Mundo" son los distritos que luchan por conseguir al menos una medalla, a pesar de sus limitaciones.

 

La paradoja de la “Unión” en tiempos de crisis

El mensaje de unión y fraternidad que las Olimpiadas pretenden transmitir choca con la realidad de un mundo dividido por conflictos y desigualdades. En el contexto actual, con guerras activas como la de Rusia contra Ucrania y los continuos enfrentamientos en Medio Oriente entre Israel y Palestina, la idea de que el deporte puede unir a las naciones parece una utopía. Los atletas compiten bajo las banderas de sus países, que en muchos casos están involucrados en conflictos bélicos o sufren crisis humanitarias severas. Esta situación evidencia una paradoja: mientras se promueve la unidad en los Juegos Olímpicos, fuera de ellos, la realidad mundial es de división y enfrentamiento.

 

Este es un contraste que se observa claramente en la participación de países en crisis. Por ejemplo, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, el equipo de refugiados, compuesto por atletas que han huido de la guerra y la persecución, fue una representación simbólica de esta paradoja. La presencia de estos atletas es un recordatorio de que, aunque los Juegos Olímpicos se celebren bajo el lema de la paz y la amistad, el mundo real está marcado por la violencia y la desigualdad.

 

Distrito Colombia

Colombia, un país conocido por su pasión por el deporte, enfrenta un dilema similar al de los distritos más pobres en "Los Juegos del Hambre". A pesar de contar con un talento atlético considerable, las condiciones en las que entrenan y viven muchos de nuestros deportistas son deplorables. Mientras que en países más desarrollados los atletas cuentan con apoyo financiero, instalaciones de primer nivel y programas de desarrollo deportivo desde temprana edad, en Colombia muchos deportistas deben luchar contra la falta de recursos, la corrupción y la indiferencia gubernamental.

Es lamentable que en un país donde el deporte podría ser una vía para la inclusión social y el desarrollo, se dé más importancia y reconocimiento a influencers y figuras públicas cuyo impacto en la sociedad es cuestionable. Los deportistas que logran destacar lo hacen, en muchos casos, a pesar del sistema y no gracias a él. Esta situación recuerda a los distritos que, en "Los Juegos del Hambre", deben enviar a sus jóvenes a competir en condiciones desiguales, con la esperanza de ganar reconocimiento y, con suerte, alguna forma de recompensa que pueda mejorar su situación.

 

Crítica a la sociedad y al gobierno

El reconocimiento que se otorga a los influencers y figuras públicas en Colombia contrasta dolorosamente con el olvido en el que caen muchos de nuestros deportistas. Mientras que estos últimos se esfuerzan por representar dignamente al país en el escenario internacional, los primeros a menudo monopolizan la atención y los recursos, sin ofrecer un aporte significativo al desarrollo social o cultural.

 

Es necesario hacer un llamado al gobierno para que reevalúe sus prioridades y dedique más recursos al desarrollo del deporte en el país. Los deportistas olímpicos no solo son embajadores de nuestra nación en el mundo, sino también ejemplos de perseverancia y superación personal que deberían ser celebrados y apoyados. Mejorar sus condiciones de vida y entrenamiento es una deuda que Colombia tiene con aquellos que han elegido el deporte como su forma de vida.

 

En conclusión, tanto "Los Juegos del Hambre" como las Olimpiadas modernas nos ofrecen un espejo incómodo de nuestras propias realidades. Mientras los Juegos Olímpicos continúen siendo dominados por las naciones más ricas y poderosas, y mientras las desigualdades sigan determinando el destino de nuestros deportistas, no podremos hablar de una verdadera unión global. Es hora de que como sociedad y como país, reconozcamos el valor de nuestros deportistas y exijamos un cambio en las políticas deportivas que permita a todos los colombianos competir en igualdad de condiciones.

Comentarios: 5
  • #5

    Diego Rodríguez (martes, 20 agosto 2024 05:03)

    NO SIEMPRE ES POR FALTA DE RECURSOS. El caso de Bogotá es una excepción a esa regla que asocia la falta del logro deportivo con la falta de recursos. La capital con infraestructura deportiva pública y privada no logra salir de sus pobres resultados en los Juegos Deportivos Nacionales. Antioquia, Valle y Bolívar siempre por delante, son una demostración de lo que le falta a Bogotá es una serie de virtudes relacionadas con visión y acción colectiva de largo plazo; saber articular la multiculturalidad que la sacude al son de fenómenos políticos y sociales.

  • #4

    Diego Rodríguez (martes, 20 agosto 2024 04:56)

    MAS

  • #3

    AQUILES LEÓN (sábado, 10 agosto 2024 20:40)

    TEXTO DE IVÁN GALLO:
    Jairo Ruiz es profesor de gimnasia en el INEM desde hace mas de 30 años. En Cúcuta el INEM ha competido de tú a tú con colegios de gente de billete como el Calasanz y muchas veces les ganan. En gimnasia llevan décadas arrasando. Todo comenzó con Jesús Romero en los noventa. Era un fenómeno al que una lesión lo postró en una silla de ruedas. La posta la tomó Jossimar Calvo. En Rio 2016 consiguió una hazaña que ahora "el club de señores del sofá" le sabe a poco: un diploma olímpico en gimnasia. En una disciplina en donde las grandes potencias invierten millones en su cada ciclo olímpico, se colaba este cucuteño entre los ocho mejores. Fue un triunfo de Jairo. Sin apoyo económico alguna vez me contó que alcanzó a tener en su casa hasta a 9 muchachos alimentándolos a falta de un lugar de concentración. Todo de su bolsillo.Jairo recibía un sueldo magro cuando ya Jossimar era estrella mundial. Tocó todas las puertas y a pesar de sus logros todas permanecieron cerradas. Muchas veces pensó en mandarlo todo al carajo. Jairo es serio, un tipo estricto por el que sus gimnastas dan la vida. Es un papá para ellos. Y entonces su método vuelve a funcionar. Desde hace dos años Angel Barajas despuntó. El primero en creer en él fue Jairo, por supuesto. Pero nadie esperaba que toda una vida de sacrificio fuera a terminar con la gloria que consiguió hoy. Plata en unos olímpicos, la medalla más importante en la historia de este país teniendo en cuenta la disciplina y dificultad. Los periodistas lloraron por Ángel, este fenómeno cucuteño, pero también por su entrenador, aguerrido, veterano y entrañable como el de Rocky Balboa. Acá no hay un trabajo ni estatal, ni de federación, sino es un esfuerzo personal de Jairo y de su familia. En este momento en Cúcuta el coliseo donde entrenaban se cayó. Este es un triunfo de los olvidados, de los cucuteños y, sobre todo, del INEM y su comunidad. A veces los que no tienen nada lo toman todo.

  • #2

    Jj. (sábado, 10 agosto 2024 18:48)

    Esto es una realidad viendo los síntomas de la violencia las guerras la desigualdadad la pobreza y el abandono viven nuestros deportistas y sus familias tienen que luchar arduamente para salir adelante y conseguir una medalla

  • #1

    adriana (sábado, 10 agosto 2024)

    Excelente y muy pertinente reflexión? La pregunta es, qué podemos hacer los ciudadanos para exigir el apoyo del Estado a nuestros deportistas?