Luisa Fernanda Trujillo Amaya
(Bogotá, Colombia)
Febrero, 2018
Poeta y docente universitaria. Profesora de Creación Literaria en la Universidad Central de Bogotá. Ha escrito tres libros de poesía: De soslayo, prendada, publicado por la Fundación Palabra a tiempo en el 2010, Trazo en sesgo la noche, publicado por la colección Un libro por centavos de la Universidad Externado de Colombia en el 2012 y, En tierra, el pájaro olvida cantar, publicado en Italia por Walter Rafeelli Editore en el 2017 con traducción de Emilio Coco.
Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés e italiano y publicados en antologías y revistas internacionales.
Poemas
1.
Ha muerto el pájaro aquél que copulaba con el
viento en la mañana
Su vuelo había olvidado el Norte
a diario picoteaba el vidrio en mi ventana
De traspasar el viento
sus plumas se desmadejaban sobre el pavimento
Sus patas, de repujado cuero
habían asimilado el gris de la lluvia ácida
Ha muerto el pájaro aquél que copulaba con el
viento en la mañana
Lo descubrí a la madrugada, al pie de la cornisa
El sereno congelaba en sus ojos el rocío
su pico astillado apuntaba a mi ventana
2.
Dejar este lugar
donde el sonido de los autos y los trenes
orquesta la fuga de las cañerías
donde el sol esconde su atardecer
detrás de los edificios
Empacar dos o tres mudas
dos o tres frutos secos
una lámpara de Aladino
Al fin y al cabo
a pie se sustenta el árbol
y en los líquenes
el agua se destila
3.
Cuento los días al revés
Faltan once para alcanzar el 1
Con lápiz rojo los tacho en el calendario
Ayer puse una cruz sobre el 26
Sumados dan 8
signo de poder en numerología
Hoy fui a tachar el 27
Sumados dan 9
signo de talento artístico para la escritura
Decidí no tacharlo
no ofrendarle una cruz
Con lápiz amarillo dibujé un círculo a su
alrededor
que semejara el aura del sol
y le consagré mis letras en un poema
4.
Solía ver colores en el pasto
pequeños retazos de siembras, a lo lejos
bajo el sol
Cuando las sombras izaron sus banderas
todo se ocultó
frente a mis ojos
5.
Esperé, esperé entera su regreso
pero el llano se tornó pequeño
en medio de un bosque que ocultó la noche
En cada casa una veladora llora su pabilo
Yo, mis uñas, ajadas de tallar los días en maderos
de recoger las hojas de las plantas al caer rendidas
ante la inutilidad del agua que las riega
Esperé, esperé tanto y por tanto tiempo
que el zumbido de las moscas se hizo música alrededor
y el aire cobijó el insomnio
Esperé tanto y por tanto tiempo
que perdí la cuenta de los días
agoté la piedra que me sirvió de improvisado ábaco
y apagué en mis ojos el fuego que ardió en ellos
6.
Es cierto
Preferí el camino de las piedras
al de la hierba serpenteada por los pasos
en la relativa firmeza de la tierra
Las veces que apunté al crepúsculo
fue la escalada incierta
Encontré la ausencia de las cosas
Azotes de chamizos en mis brazos anidan el rocío
palpan el grito de los filos de un cuerpo
que como recuerdo cargo
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