Mayo, 2019
Mario Torres Duarte
Casabe de Barrancabermeja, (Colombia)
Durante 20 años trabajó en diferentes empresas editoriales como El Grupo Santillana e Intermedio Editores. Ha sido director editorial de El Zahir, Senderos Editores y actualmente de RenasCentro libros.
Es artista plástico y su serie Incendio en la Calle 22 se expuso en el Centro de las Bellas Artes de Michoacán, México (2011). Sus crónicas, caricaturas y artículos han sido publicados en periódicos como Con-fabulación, Seshat, Medio Magdalena, la revista Lecturas Críticas y la revista cultural de la Universidad Libre de Socorro.
En la actualidad es el presidente de RenasCentro Ateneo Literario, fundación cultural que ha realizado más de 200 eventos literarios desde 2013 y que tiene en su programa principal Punto de Convergencia, un encuentro literario cada viernes en la noche en la Librería Anticuaria Balzac del centro de Bogotá. Por allí han pasado artistas de Croacia, Chipre, España, Francia, Grecia. Italia, Argentina, Chile, Paraguay, Venezuela, Brasil, Ecuador, Perú, Cuba, República Dominicana, Estados Unidos, México, Costa Rica y por supuesto de todas las regiones de Colombia.
También dirige las publicaciones de RenasCentro donde se han publicado libros de los poetas Luis Luján de Argentina y Lizneira Roncancio de Colombia; las crónicas de la fundación Tejidos del Viento y los cuentos de César Gordillo entre otros.
Ha sido invitado a los festivales internacionales de literatura de Zamora, México (2011); Facatativa, Colombia (2013, 2017); Vuelven los Comuneros Santander, Colombia (2013, 2014), Girardot, Colombia (2017, 2018). También ha sido jurado del Concurso de Crónicas del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia (2016).
Ha coordinado las mesas temáticas alrededor de la literatura en la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano y La Gran Colombia. A finales de 2017 terminó estudios de Licenciatura en Matemáticas en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia.
PI O LA BREVE HISTORIA DEL SOLITARIO 3
al principio
solo era un segmento de recta
un fuerte calor
dilató sus puntos
curvando la línea
juntando las puntas
transformándolo
en el anillo de Orión
un rayo de arena
atravesó la circunferencia
partiéndola en dos
ungiendo al tres
El número 3 tenía un gemelo al que le encantaba ser impar y primo, aunque vivía aburrido de ser entero y racional. También disfrutaba ser lo material, lo espiritual y lo intelectual, pero se sentía esclavizado por todo el conjunto de los números naturales, sin capacidad de moverse hacia algún lado. Y aunque Aristóteles lo había elogiado al decirle que contenía el principio, el medio y el fin, para este 3 esto no era más que una desgastada metáfora.
El 3 gemelo quería acción.
Su incomodidad se la había manifestado al fundador de los masones cuando lo habían escogido de símbolo a partir del axioma de los artífices romanos de “Trinum faciunt collegium”, “Tres hacen un colegio”. Para la secta, tres maestros forman una logia, sin embargo para el 3 gemelo esto era erudición sin razón y se sentía usado por farsantes que se vendían como místicos.
Su angustia mayor era ser gemelo, el no ser único. Su vida se había reducido a ser la sombra de su hermano quien había nacido 3 segundos antes que él, justo el tiempo suficiente y necesario que dividiría al genio del torpe. Se sentía relegado, inofensivo, opacado y apocado.
Sabía que había estado en muchas culturas y en diversas épocas y se enorgullecía de ser representado mediante tres puntos en la numeración maya, pero odiaba haber sido un número perfecto en la era medieval cristiana.
Un día escapó de la cárcel de los números enteros, cuando el tridente del demonio -quien discutía con Lilith sobre quién sería el dueño de la noche- cayó por error entre él y el 4, abriendo un diminuto y redondo vórtice que lo mandó en un instante de la primera a la cuarta dimensión. Allí se sintió inimitable, sin predecesores ni antecesores, sin historia pero con mucha vida. Un 3 vagabundo y solitario que una noche aprendió a volar como un colibrí en búsqueda de un número cercano al cero. Así encontró el movimiento que tanto soñaba.
Conoció entonces a quien sería la esperanza de su vida, una fabulosa fracción decimal y anónima, sin parte entera, infinita, irracional, que se representaba como 0,14159265…, todo lo contrario a él. El amor lo enloqueció al reconocer que ella no repetía serie alguna de números y supo así que se complementaban sin remedio y hasta la eternidad.
El casamiento lo hizo un druida galo que tenía forma de circunferencia.
El 3 y la fracción al momento de la unión y por cuenta de la alquimia de la matemática, se convirtieron en un nuevo y único número.
Fue así como el metafísico recién nacido empezó a navegar por toda la silueta de la circunferencia. No pasaron muchos giros cuando el nuevo número supo que era la relación perfecta entre el diámetro y el perímetro. Irracional y trascendental, al nuevo número le dieron el nombre de Pi, perturbando las mentes más brillantes de mujeres y hombres que han tratado de descubrirle un nuevo decimal.
Místico y original hasta lo inacabable, Pi supo que contenía en sí mismo la estructura del universo, tan ignorada por los humanos, y que éstos jamás descifrarían su magia, su código, evitando así que el mundo desapareciera al carecer de sentido, de misterio. Por ello les inventa dioses a los humanos para distraerle su inteligencia, para confundirle su pensar.
Pi habita en la circunferencia dando y dando vueltas, escribe poemas y se reinventa cada vez que un nuevo decimal llega a sus entrañas, enterrando en una fosa circular a su descubridor, mientras al otro lado todos los números primos creman en una tumba en forma de 1 a quien acaba de encontrar un nuevo elemento, mientras los novatos decimal y primo se odiarán hasta el olvido que genere un nuevo miembro de cualquier lado.
… desde entonces
el mundo es cóncavo
y Pi reina en él
Al enterarse de esto, el 3 mayor se suicidó haciéndole compañía al número cero.
El enigma debe continuar, se prometen.
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