Nombrar las palabras silenciadas
Por Angélica Hoyos Guzmán
Julio, 2023
“El arte nos ha permitido nombrar lo innombrable y hacer visible lo invisible”
Informe Final de la Comisión de la Verdad en Colombia, Pág 704, 2022. Hay futuro si hay verdad, informe final 28 de junio de 2022
Esta no es una antología como cualquier otra que se haya escrito en la poesía colombiana. Es en cambio un libro de búsquedas, de incertidumbres, de epitafios, sobre los cruentos hechos violentos que rodearon la muerte de 24 poetas durante el siglo XX y XXI, y que nos ponen de frente la pregunta por la vida y obra de los escritores ¿Qué habría escrito si estuviera vivo o viva hoy?
El recorrido de este doloroso mapa colombiano de hombres y mujeres poetas silenciados por las balas me hace pensar en la labor de los archivadores del horror, de los informes que tras muchas e innumerables páginas y cifras se tratan de explicar los sucesos, de esclarecer, de contar las verdades, nombrar lo innombrable. Esta antología es un artefacto político que permite ensamblar la realidad de la guerra donde la poesía ha sido silenciada por las múltiples formas de violencia y donde aquellos asesinados decidieron ser valientes, no sólo por su palabra comprometida en algunos casos, sino por apostarle a la poesía como vehículo de la emoción de su época (Adorno 2003, 50). Por tomar partido y tomar palabra.
Sin embargo,
aún vive el poeta
y lleva dentro de su carreta
el cántaro donde esconde su voz.
Asaltará su ruta sin destino
y de su pecho triste,
una vez más,
saldrá cantando la vida.
Adolfo León Rengifo (1949-1986)
Y es que la emoción resulta ser ese cristal por dónde entendemos la historia y la palabra nos permite tomar partido ante la historia, en este caso, al hacer una compilación para resaltar la obra y ausencia de estos autores también se toma posición frente a la guerra, ante los asesinatos de poetas a lo largo del siglo XX y XXI. En esta antología entonces se hace un montaje, se cose como en un rosario, como en un collar de cuentas perdidas con las obras y vidas de quienes dejaron una lectura pendiente para el campo literario, y no por ser disímiles podrían considerarse menores.
Es en la imagen donde la obra de estos autores encuentra el eco para que no se les calle. Es en la trascendencia y la sobrevida, más allá de los motivos del asesinato, donde resuena esta constelación de palabras silenciadas, para que se diga aquí vivió y murió un poeta; los leemos, los recordamos, valoramos y escuchamos lo que tienen por decir. Cada uno de los 24 poetas tiene una tonalidad y un ritmo, un estilo propio, muchos cercanos a lo popular, otros más en diálogo con la crónica roja, algunos más académicos y pensadores del lenguaje, son los estilos de la escritura en emboscada según dijera Chaparro en su conocido ensayo: una generación emboscada (Chaparro, 1990).
Esta generación
tiene enemigos peligrosos
se lee en las heridas
de los últimos sicariados
se escucha
es un rumor intenso
que llega de la región
aún sin nombre
de los desaparecidos.
Chucho Peña (1962-1986)
Sabemos que, desde La generación sin nombre, no existe en la poesía colombiana un criterio generacional para leer movimientos literarios. Sin embargo, a pesar de las fragmentaciones y de la historia literaria de la poesía, aquí encontramos el reclamo que hace la historia frente a la necesidad de hacer justicia y de incluir a las voces silenciadas en medio de las violencias vividas en Colombia, la ubicación y la pregunta por lo que sobrevive a pesar de la guerra.
Nos queda el rastro, la huella de sus caídas en emboscada. No es posible hablar de mártires de letras porque eso sería justificar sus asesinatos. Esto es peligroso cuando se atiende a las múltiples violencias de un país como Colombia, que ha normalizado la cultura de la guerra a través, no sólo del silenciamiento por liderazgos, sino por cualquier forma de asumir la vida: por tomar partido, por estar en el lugar equivocado, por ser mujeres, por ser diferentes.
Es preferible dejar aquí el testimonio y el acto de habla rebelde que deja hacer esta antología y darle presencia entre el archivo que ha dejado la guerra en Colombia, las formas culturales de la violencia que se han asumido. Cada uno de los absurdos motivos que llevaron a silenciar estas palabras puede ser distinto. Este libro hace un archivo para que no se nos olvide, para la memoria de la barbarie y para leer hoy lo que cada autor dejó de crear con el silenciamiento de su vida.
La mayoría de los autores aquí nombrados se encuentran asociados a crímenes políticos e impunemente quedados en el olvido. Con esta antología se pide una restitución, se logra la justicia a través de nombrar los crímenes en la misma biografía con la que se presenta cada autor, esta articulación permite la justicia poética en la medida en que desde la filosofía del derecho se puede entender la ley: “como una articulación de violencia y justicia” (Agamben 2018, 44).
EPITAFIO
Si el sol sigue dorando las estrellas
si el viento aúlla y restaña otro rostro en el espejo
si baila el aire en tu cabello y te retiene,
da el paso que debieras
ese instante de la muerte que aún no tienes: vuela.
Julio Daniel Chaparro (1962 – 1991)
Los poetas que sangraron nos dejaron estos versos que se compilan en el siglo XXI para hacerlos visibles como conteo de los daños y los restos que ha dejado moralmente la guerra en Colombia y las muchas formas de violencia que se han banalizado a través de la cultura bélica y patriarcal. El archivero, o compilador, cuenta epitafios, nombra los crímenes y nos invita a visitar, traer flores y leer en voz alta los cantos de hombres y mujeres que aún hoy hacen parte de la poesía colombiana, incluirlos en los círculos es contarnos las verdades de nuestra literatura variopinta al lado de un país y las violencias que hoy perviven en él, tanto como estos versos y autores que hoy nombramos.
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Angélica Hoyos Guzmán
Escritora, profesora, investigadora. Doctora en Literatura Latinoamericana, Magíster en Literatura Colombiana y Latinoamericana, Magíster en Lingüística española.
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Contraportada
La poesía es el alma de una nación, es un despertar y una posibilidad de ser. En Colombia, un país atravesado por la violencia y el dolor, la poesía es una apuesta por la paz, es una puerta para la transformación social y cultural. Poesía Emboscada, reúne poemas de 24 poetas que fueron asesinados durante el siglo XX y comienzos del XXI. Hombres y mujeres que usaron el verso como arma, las metáforas y los poemas como herramientas para construir otro presente, para hacer del momento que vivían una experiencia que acogía a toda una nación.
Poesía emboscada es un homenaje, un ejercicio de memoria, por aquellos poetas a quienes les arrebataron sus vidas, pero no sus palabras, no sus ideas, ni sus sueños. Sea esta la oportunidad de acercarnos a su historia, su testimonio escrito a través de la palabra alada.
Saúl Gómez Mantilla
Índice
1. Oscar Delgado Campo.
Santa Ana, Magdalena, 1910 – 1937.
2. Jesús Antonio Cruz. “Martín Pomala”
San José de Ataco, Tolima, 1884 - Ibagué, 1951.
3. Octavio de Jesús Daza Daza.
San Juan del Cesar, Guajira, 1948 – Barranquilla, 1980.
4. Antonio Camacho Rugeles.
Ibagué, 1945 – Bogotá (desaparecido), 1985
5. Adolfo León Rengifo.
Cali 1949 – Palmira 1986
6. Jesús María Peña Marín. “Chucho Peña”
Medellín, 1962 – Bucaramanga, 1986.
7. Humberto Márquez Castaño.
Aguadas, Caldas, 1940 – Pasto, Nariño, 1986.
8. Manuel Gustavo Chacón Sarmiento.
Charalá, Santander, 1953 – Barrancabermeja, 1988.
9. Federico Taborda Mejía. “Sibius”
Bogotá ¿? - Granada, Meta, 1989.
10. Afranio Parra Guzmán. “Jaguar”
Líbano, Tolima, 1944 – Bogotá, 1989.
11. Pedro Eloy Cohen Rivera.
El Salado, Bolívar, 1928 – 1990.
12. Julio Daniel Chaparro.
Sogamoso, Boyacá, 1962 – Segovia, Antioquia, 1991.
13. Manuel Cepeda Vargas.
Armenia, Quindío, 1930 – Bogotá 1994.
14. Amparo Marín López.
Cali, 1960 – 1999.
15. Diomedes Daza Daza.
Patillal, Cesar, 1943 - Valledupar, 2001.
16. Orlando Sierra Hernández.
Santa Rosa de Cabal, Risaralda, 1959 – Manizales, 2002.
17. Francisco Antonio Piratoba Arias.
Bogotá, 1958 - Maicao, Guajira, 2003.
18. Tirso Vélez Vélez.
Agua Clara, Norte de Santander, 1954 – Cúcuta, 2003.
19. Edwin López Granados.
El Carmen de Nazareth, Salazar de las Palmas, Norte de Santander, 1976 – La
Gabarra, 2003.
20. Gerson Gallardo Niño.
Pamplona, 1976 – La Gabarra, 2003
21. Manuel Agustín Mercado Suárez. “El Mañe”
Sabanalarga, Atlántico, 1966 - 2004.
22. Luz Ángela Velázquez. “Violeta Ramos”
Medellín, 1947 – Rionegro, Antioquia, 2007.
23. Pedro Cuadro Herrera.
Cartagena, 1954 – Cúcuta 2015.
24. Héctor Everson Hernández. “Samurai”
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Saúl Gómez Mantilla - Compilador
Saúl Gómez Mantilla. (1978). Cúcuta. Profesional en estudios literarios. Especialista en Creación Narrativa. Magister en creación literaria. Docente, editor, promotor de lectura y escritura creativa. Dirige la editorial alternativa Épica Ediciones.
Premio Nacional de Poesía Joven, 2001 y 2006, del Festival Internacional de Poesía de Medellín; (2006); Postulado por Colombia ante la UNESCO al Premio Mundial de Poesía Puentes de Struga, República de Macedonia, 2010; Premio Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes, 2019; Seleccionado para la exposición Paréntesis. Relatos desde la incertidumbre, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AECID, 2021.
Ha publicado los libros de poesía: Ideas de viaje, 2003; Lección de olvido 2007; Rostro que no se encuentra 2009; El amor y la palabra, 2012; Áridos paisajes de la memoria (antología), 2017; Otro intento de vacío, 2018. Días de mayo (antología), 2021; Días de confinamiento, 2022.
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Inicio:
Jaime (lunes, 31 julio 2023 07:37)
Interesante adquirir la antología para reseñarla en la Revista La Joven Parca que dirijo y edito, revista especializada en poesía. Jaime Gómez Nieto.
jimmygoz142@gmail.com
Rosaura Mestizo (lunes, 24 julio 2023 07:04)
No falta quien vaya al campo ha recoger cerezas.
No falta que alquien levante a vuelo aquel avioncito de papel qur lleva un poema.
Siempre esa hoja testimonia que alguien existió y se resistió a morir sin dejar su huella, y está quedó "emboscada", para otro alguien la desmoje, la alise y la vuelva al aire de los vivos. Gracias Saúl Gómez Mantilla.
Camilo Andres Perez Rodriguez (domingo, 23 julio 2023 20:22)
Una interesante labor muy interesante, es una labor no únicamente social sino que está conectada a la literatura y otros medios.
Carlos Mario Uribe Alvarez (domingo, 23 julio 2023 20:01)
Excelente investigación. Cómo se puede obtener el libro!
Ismael Pardo (domingo, 23 julio 2023 19:34)
Interesante labor, recopilar la obra de poetas cruelmente asesinados en Colombia. FELICITACIONES!