También soy Gaitán

"Resimbolizando al caudillo liberal"

Por Juan Carlos García Hoyos

Abril, 2025

 

 

No sé cuántos colombianos nacimos bajo la egida de un padre que por intermedio de la ardiente temperatura de sus recuerdos políticos, pudo haber mencionado tantas veces y de manera tan constante, al líder liberal Jorge Eliecer Gaitán.

 

Mi padre fue uno de ellos; Álvaro Pio García Vélez. Para él, Gaitán fue la figura de mayor admiración posible. No se cansó nunca de decirnos a sus tres hijos, la frase que más recordaba del gran líder liberal: 

 

'Y pobre del pueblo que sufrirá por las oligarquías, cuando éste sea chupado como lo hace el pulpo con su presa, por los lobos que se disfrazan de corderos liberales y conservadores'. 

 

La verdad, nunca he podido encontrar en ningún texto que ésta frase la hubiera dicho Jorge Eliécer Gaitán. Y me quedaré sin saberlo, sencillamente, porque mi padre hilaba recuerdos y frases de Gaitán de manera desordenada, pero eso sí, siempre bajo la vela de la emoción propia del adolescente que viviendo en Tunja, escuchó a través de una radio con un gran parlante y con pequeñas bombillas grisáceas en su interior, los terribles sucesos que acaecieron aquel fatídico 9 de abril de 1948, cuando la capital colombiana fue testigo del asesinato del más ilustre político del siglo XX.

 

De hecho, mi abuelo paterno, aún cuando era de mentalidad conservadora, simpatizaba con las ideas de Gaitán y decidió darse una licencia ideológica para entender al gran caudillo liberal. Sería precisamente él quien le proferiría a su hijo, aquellas frases gaitanéscas que mi padre rememoraba ante sus hijos, como si estuviese recordando las instrucciones para armar las piezas de un cubo de Rubik.

 

No obstante aún cuando el líder asesinado nunca hubiera expresado realmente todas las frases que Alvaro Pío García Vélez decía recordar, el sólo hecho de que mi padre hubiera tenido la nitidez simbólica de parafrasear un sentimiento tan evidente y volverlo "mito" familiar, específica con notable exactitud, la importancia sociológica y cultural de uno de los caudillos más trascendentales en la historia política de América Latina.

 

Así mismo y como si una explosión de recurrencias solares hubiesen sido pertinente para haber iluminado las influencias políticas a las que fui sometido por las herencias generacionales que me antecedieron, mi abuelo materno, Julio Hoyos Sornoza, fue motivo de orgullo dentro de su entorno laboral y familiar, por haber sido el único abogado que le ganó un caso a Jorge Eliecer Gaitán. De ahí surgió una gran amistad entre los dos juristas, la cual, sellaría por siempre el camino profesional tanto del uno como del otro. Mi madre Elsa Hoyos, alcanzó a recordar el suceso que posteriormente yo mismo pude confirmar en el archivo nacional de Bogotá, ya que no quería verme involucrado en la que podría haber sido una sencilla pero fanfarrona "elucubración" familiar.

 

Como algunos colombianos fruto de la rebeldía noventera y quienes aspirábamos ingresar al siglo XXI bajo una revolución democrática, fui una orgullosa creación de la Universidad Nacional, en donde mis inclinaciones políticas fueron una extensión de lo que desde muy joven, escuché y admire de Jorge Eliecer Gaitán. Y aún cuando me aprecio de ser consecuencia de una situación histórica que no viví y que ciertamente afectó a otros de manera más directa, tengo completamente claro que no se puede ser un ciudadano ideologicamente de izquierda dentro del contexto sociocultural colombiano, sino se es a su vez, gaitanista; es algo que percibo como una directriz obvia y un inmutable lógico.

 

Una vez terminé la universidad, la influencia de Gaitán me siguió hasta Europa, porque en Praga a principios del año 2000, conocí a un periodista e historiador norteamericano de unos 75 años, cuyo nombre no recuerdo pero trabajaba en aquel entonces para el New York Times y la National Geographic . Nos pusimos a hablar de Colombia y salió el tema de Jorge Eliecer Gaitán. Es interesante mencionar lo que éste sujeto me dijo, porque coincide exactamente con lo que escribió Gabriel García Márquez en su bibliografía 'Vivir para Contarla' y Arturo Alape en su extraordinaria obra 'El Bogotazo'.

 

Antes de adentrarse completamente en el tema de Gaitán, éste sujeto dijo algo muy peculiar:  

 

' Es curiosa la manera en que ustedes los latinoamericanos, pretenden creer cuando somos imperialistas y cuando no '.

 

Le pregunté a que se refería con eso que me estaba diciendo y me respondió:

 

'Mira Juan. Nuestro gobierno realmente es el más criminal del mundo. Pero cuando nosotros no tenemos nada que ver con el derrocamiento de un líder, ustedes, los latinoamericanos, dicen de inmediato que seguro están implicados los gringos. Pero cuando sí tenemos que ver y estamos implicados hasta la coronilla, ustedes ni se lo imaginan y terminan echándole la culpa a otros, o a ustedes mismos.'

 

Fue cuando habló de Gaitán.

 

'Es el caso de Jorge Eliecer Gaitán en Colombia. Fuimos nosotros los que lo matamos. Pero los historiadores de tu país, con muy contadas excepciones, siguen embrutecidos, con el tema de que el magnicidio fue perpetrado por el partido conservador y que un tal campesino de apellido Sierra fue el culpable. Este es el mejor ejemplo que te decía, de que cuando somos nosotros realmente los malos, ustedes ni se lo imaginan'.

 

Efectivamente, lo que me contó este sujetó es exactamente lo mismo que expresan Gabriel García Márquez y Arturo Alape

 

Aquel día en que mataron a Gaitán, se celebraría en Bogotá la primera reunión inaugural de lo que vino a llamarse la OEA. Estados Unidos le solicitó al gobierno colombiano que le permitiera ingresar con el delegado de esta nación, soldados norteamericanos para cuidar al representante enviado por la Casa Blanca. Fueron estos, quienes mataron a Jorge Eliecer Gaitán. Y todo se desató principalmente por lo siguiente.

 

Para el año de 1947, Jorge Eliécer Gaitán convocó a dos movilizaciones que generaron terror en la clase dominante de Colombia, tanto liberal como conservadora: la Marcha del Silencio (7 de febrero) y la Marcha de las Antorchas (18 de julio) que llenaron las calles con colombianos inconformes. En la movilización de julio más de cien mil personas en ejercicio del derecho a la protesta, respondieron al reclamo de Gaitán: un río de candela, que no se vieran filas cada tres metros, sino filas bien juntas para formar un río de fuego sobre Bogotá. 

 

Para los Estados Unidos, la simbología que despertaron estas marchas fueron sumamente graves, teniendo en cuenta, que se abría en el contexto internacional el fenómeno mundial de lo que se denominó como "Guerra Fría". Asumieron que si Gaitán subía al poder, Colombia sería la primera nación socialista de América y decidieron evitarlo, asesinándolo, como efectivamente sucedió.

 

No obstante las verificaciones al respecto, con base en los escritos de nuestro premio nobel, los documentos del investigador Alape y el testimonio del historiador norteamericano con el que pude hablar, aún existen en Colombia una serie de "historiadores" que siguen atrapados en la mentira de que el asesinato fue culpa de las oligarquías liberal y conservadora.

 

El asunto es que tuvieron que pasar 77 años para que parte del legado de Gaitán, pudiese ver algo de luz con el arribo de un gobierno que ha intentado honrar sus criterios y su imagen de nación. Y es por ello, que la coyuntura nos exige ya no hablar tanto del contexto histórico en que Jorge Eliécer Gaitán se desenvolvió, porque además sobre eso ya se ha escrito mucho, sino más bien subir el peldaño que el líder liberal siempre pretendió que escaláramos todos los colombianos de pensamiento libre y progresista.

 

Y es que con la resimbolizacion del gran político bogotano, viene el paso de la insercion social de su mensaje. Y ello adviene de maneras inconscientes y en algunas ocasiones, casi de maneras "místicas". O si no, preguntémosle a cualquier ciudadano que viva en el barrio la perseverancia en el Centro de Bogotá.

 

Allí cada primer fin de semana de noviembre, se realiza desde hace muchas décadas el festival de la Chicha. En éste evento, casi mil personas viven el ritual inconsciente de tomar totumadas de nuestra bebida ancestral junto a la estatua de Jorge Eliécer Gaitán, colocada allí desde el 15 de julio de 1962 y la cual, está ubicada en el parque principal, longitudinal a la iglesia del barrio.

 

Aparentemente nadie repara en leer lo que dice la placa allí instaurada, porque  sencillamente, ya lo saben de memoria. En el pedestal de piedra aparecen inscritas las palabras que Jorge Eliecer Gaitán entonó para el barrio de la Perseverancia y que dicen:   

 

'Gente de paz, gente de angustia, gente tenaz, gente que siente con el alma, gente de La Perseverancia'.  Estas palabras fueron de gran valor ya que el caudillo las dirigió en varias ocasiones hacia la comunidad del primer barrio obrero de Bogotá. Igualmente, nadie sabe quién hizo la escultura, porque no aparece en ninguna parte de la estatua el nombre del artista y nadie da razón de ello.

 

Lo importante es que la figura del líder liberal ha traspasado las fronteras de cada ser que habita este barrio. Cada vecino que allí se reúne ese místico día, sabe perfectamente quien fue Jorge Eliecer Gaitán. Nacieron sabiéndolo; casi de manera metafísica, la chicha es un recordatorio de la raíz espiritual del político que más hizo por ese barrio en toda su historia. Para Gaitán, la Perseverancia siempre fue su barrio preferido. Allí el gran político se comunicaba de manera asidua, al menos una vez al mes, con obreros, zapateros, empleadas domesticas, trabajadores, oficinistas, floristas, etc. y fue en donde dio sus más enconados discursos en favor de las clases populares, cuando no lo hacía desde la misma plaza de Bolívar.

 

Ahora, bajo la significacion de lo que aquí finalmente hemos querido ilustrar, tan sólo imaginemos por un instante que Colombia lograra ser una supra extensión del barrio la Perseverancia, en la cual se notara en cada ciudadano, el ADN espiritual de Gaitán, tal y como ha ocurrido con los habitantes del barrio obrero de Bogotá. La coyuntura política actual lo permite, sólo se necesita recurrir a la historia para ponerla en vigencia y ya no, como un recurso de un pasado que se avisoraba imposible.

 

Gaitán está presente en cada colombiano que quiere una nación solidaria, con equidad y en paz. Y es ahora, en éste presente, cuando más cercanos estamos del sueño gaitanista.

 

 

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* Juan Carlos García Hoyos, Ph D

 

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